Los filtros químicos utilizados en muchas cremas solares han sido objeto de un intenso escrutinio en los últimos años debido a los posibles riesgos que pueden representar para la salud y el medio ambiente. Estos compuestos sintéticos, como la oxibenzona y el avobenzona, tienen la capacidad de absorber los rayos ultravioleta dañinos del sol, pero también pueden ser absorbidos por la piel y entrar en el torrente sanguíneo.
Uno de los principales peligros de los filtros químicos es su potencial para interrumpir el sistema endocrino, lo que puede tener impactos negativos en el desarrollo y la función hormonal. Estudios han demostrado que algunos de estos compuestos pueden actuar como disruptores endocrinos, interfiriendo con las hormonas naturales del cuerpo y provocando problemas de salud como problemas reproductivos, desarrollo anormal de los senos y desarrollo neurológico alterado en niños.
Además, existe preocupación por los efectos de los filtros químicos en el medio ambiente, especialmente en los ecosistemas marinos. Cuando estos compuestos se lavan del cuerpo humano durante actividades acuáticas, pueden acumularse en el agua y dañar la vida marina, como los corales y otras especies acuáticas. Investigaciones han demostrado que incluso pequeñas cantidades de estos filtros pueden causar deformidades, bleaching y hasta la muerte de los corales.
Otro aspecto preocupante es la posible relación entre los filtros químicos y el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Algunos estudios sugieren que la exposición prolongada a estos compuestos puede aumentar el riesgo de cáncer de piel, mama y próstata.
En respuesta a estas preocupaciones, muchos consumidores están optando por cremas solares formuladas con filtros físicos o minerales, como el óxido de zinc y el dióxido de titanio, que bloquean los rayos UV de manera más segura y sin penetrar en la piel.